08.02.2024
Neila Franch, periodista. Noticia publicada en el diario digital Núvol el 7 de febrero de 2024.
Si nos situamos a principios del siglo XVIII, en pleno esplendor de la época barroca tardía, uno de los nombres de referencia que nos viene a la mente es el de George Friedrich Händel, conocido por multitudes de obras, entre las cuales encontramos, por ejemplo, el aria Lascia Ch’io pianga de la ópera Rinaldo, escrita en Italia, o el oratorio El Mesías. El compositor, de origen alemán, residió en diferentes países, escribiendo obras para mecenas y aristócratas que se deleitaban con las artes musicales. Los reyes ingleses de la época no fueron menos: no fue uno, sino dos reyes los que le encargaron música para acompañar sus celebraciones, casi como si se tratara de una banda sonora de sus fiestas.
El sábado 17 de febrero de este año a las 18:30 h, la orquesta barroca Vespres d’Arnadí será la encargada de interpretar estas obras del gran compositor Händel, con el clavecinista y director Dani Espasa al frente. El concierto, organizado por la Orquestra Simfònica del Vallès y la Fundació Orfeó Català, se llevará a cabo en la sala de conciertos del Palau de la Música Catalana con un repertorio seleccionado cuidadosamente por su reputación, tanto por la obra en global del compositor, como por la importancia que tienen en su género: Música Acuática de 1717 y Música para los Reales Fuegos Artificiales de 1749.
El rey George I de Gran Bretaña, quien ya había tratado con Händel antes de su llegada a las islas británicas, le pidió una pieza para ser interpretada en una gran barca sobre el río Támesis, que baña la ciudad de Londres. Y así fue: el 17 de julio de 1717 cincuenta músicos interpretaban las melodías alegres que configuran los movimientos orquestales o suites de una de las obras maestras del compositor alemán. La barca de los músicos navegaba cerca de la barca del rey, quien, absolutamente complacido por la música, pidió la repetición de la pieza dos veces más.
A pesar de la extravagancia de la propuesta de este monarca, no fue el único encargo estrafalario que recibiría Händel. George I murió pocos años después de este viaje por el Támesis y en 1749 su sucesor, George II, quiso dar un toque especial a los Reales Fuegos Artificiales anuales. Precisamente, se quería celebrar el fin de la guerra de sucesión austriaca y, con ello, la firma del Tratado de Aquisgrán, y, por eso, el rey encargó al compositor una obra que acompañara estos majestuosos fuegos artificiales y que diera vida a los colores y al movimiento de estos. El resultado fue una combinación de música orquestal, fanfarrias y valses con melodías majestuosas y coloridas. Todo un éxito, aunque los fuegos alcanzaron una construcción de madera que se prendió, causando un alboroto in situ.